Se debe
tener cuidado al momento de ejercitarse y no excederse o pretender tener el
mismo ritmo de siempre, pues el cuerpo está debilitado // Foto: El Financiero
Por Beatriz Guzmán—Para los amantes del ejercicio enfermarse puede
ser algo terrible, pues no quieren tener que dejar de entrenar ni un solo día y
más para aquellos que quizá, se preparan para una carrera o competencia.
Sin embargo, no está del todo
prohibido realizar ejercicios cuando se tiene algún malestar, solo hay que
prestar atención a algunos síntomas y saber si se puede nadar, correr o ir al
gimnasio con ellos.
Cuando los síntomas son leves, como
estornudos, congestión o dolor de garganta, se puede realizar ejercicio de
forma moderada. Pero, si se padece de fiebre, malestar estomacal o debilidad
muscular, hay que hacer reposo e hidratarse correctamente para recuperar los
electrolitos que se perderán con el sudor.
En este caso, además, es
recomendable optar por antigripales con varios principios activos, ya que
reducirán todos los síntomas relacionados y ayudarán a mejorar el bienestar y a
volver cuanto antes al ejercicio diario.
Se debe intentar utilizar tejidos
térmicos y transpirables, ya que te permiten mantener el calor y expulsar el
sudor. Así, la piel está lo más seca posible durante el ejercicio. Además, se
debe intentar cubrir la garganta, las manos y utilizar un gorro para la cabeza,
ya que es la parte del cuerpo por donde se pierde mayor calor corporal.
Aunque se esté enfermo, también hay
que tener en cuenta, cuáles eran las condiciones físicas previas y ser
consciente de que no es el mejor momento para llegar a las mejores marcas. Por
ello, lo ideal es establecer rutinas al aire libre de alrededor de unos 30
minutos diarios, tiempo suficiente para obtener beneficios de la práctica deportiva,
sin necesidad de exponerse demasiado tiempo a las bajas temperaturas.
El cuerpo se encuentra más débil de
lo normal, por lo que hay que tener cuidado y no someterle a un sobreesfuerzo.
Lo ideal es hacer ejercicios aeróbicos de intensidad media-baja, como correr o
andar en bicicleta, ya que mejoran la función cardiovascular y la capacidad
pulmonar, mermada por la enfermedad. Se deben empezar a realizarlos de forma
moderada, suave y progresiva y escuchar al cuerpo durante el transcurso para
aumentar o disminuir la intensidad. Además, es preferible que estos ejercicios,
se hagan en espacios abiertos y a ser posible a solas, con el objetivo de no
contagiar a los demás.
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