martes, 3 de enero de 2017

Exceso de alcohol en la adolescencia, también afectaría el cerebro de los futuros hijos

Las proteínas desactivadas por el consumo de alcohol en excesos controlan el organismo y determinan el comportamiento // Foto: DMedicina
   
Por Beatriz Guzmán—Desde hace mucho, dicen que beber un vaso o copa diaria de alcohol, como vino al día, podría resultar beneficioso para la salud; sin embargo, diversos estudios recientes están poniendo en duda esta afirmación. Pero, sobre lo que no hay ninguna duda es que el alcohol es muy perjudicial para los niños y adolescentes, cuyos cerebros se encuentran aún en fase de desarrollo. Mucho más aún, cuando las cantidades de alcohol ingeridas son excesivas.

De hecho, ya se sabe que los adolescentes que practican el consumo de alcohol en atracones, lo que los anglosajones denominan “binge drinkin”, pueden sufrir alteraciones cerebrales, que dificultarán su adaptación a las cambiantes situaciones de la vida adulta.

Sin embargo y según muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Stritch de la Universidad Loyola Chicago (EE.UU.), parece que este daño, no se limita al cerebro de los adolescentes y acaba transmitiéndose a los de los futuros hijos.

Como explica Toni R. Pak, director de esta investigación “el consumo de alcohol en atracones no solo es peligroso para el cerebro en desarrollo de los adolescentes, sino que también, puede impactar en el cerebro de sus futuros hijos”.

Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon un modelo animal (ratas) al que sometieron a episodios repetidos de “binge drinking”. Concretamente, las ratas, tanto hembras como machos y aún en su etapa “adolescente” de desarrollo, bebieron alcohol en unas cantidades equiparables a seis episodios de consumo de alcohol en atracones. Y una vez, recuperaron y mantuvieron un estado de sobriedad, fueron emparejadas para reproducirse. Es más; ninguna de las ratas gestantes volvió a probar el alcohol, para así evitar cualquier posible efecto del síndrome fetal alcohólico sobre sus descendientes.

Finalmente, los autores analizaron los genes presentes en el hipotálamo de los descendientes. Y lo que observaron es que, comparados frente al de los nacidos de animales no expuestos al alcohol, el ADN de los miembros de la camada engendrados por las ratas que consumieron alcohol, presentaba cambios moleculares que podían alterar los “interruptores” de los genes cerebrales.

Y estos “interruptores”, ¿para qué sirven? Pues simplemente, para activar o desactivar la expresión de proteínas por las células. Un aspecto que resulta crucial dado que, en último término, estas proteínas controlarán el organismo y dictarán el comportamiento. Y en este contexto, tal y como muestran los resultados, muchos de los genes que deberían estar activados, se encontraban desactivados y viceversa en los descendientes del estudio, como consecuencia del abuso de alcohol por sus progenitores.

Es más; el número de alteraciones moleculares en el ADN fue mayor en caso que ambos progenitores fueran “bebedores”: una media de 93 metilaciones en el ADN en caso de que bebiera solo el padre, de 159 en caso de que el abuso del alcohol fuera llevado a cabo solo por la madre y de 244, en caso de que tanto la madre como el padre hubieran practicado el “binge drinking”.

En definitiva, este es el primer estudio en que se ha observado una vía molecular por la que el consumo de alcohol en exceso en la adolescencia, puede dañar la salud neurológica de las siguientes generaciones. Un aspecto muy importante dado que, al menos en Estados Unidos, el 90% de los menores de 21 años, la edad legal para beber en ese país, que consumen alcohol lo hacen en forma de atracones.

Sin embargo y dado que el estudio fue llevado a cabo con ratas, ¿puede asegurarse, que sucede lo mismo en el caso de los humanos? Pues como concluye Toni Pak, “si bien es cierto, que los hallazgos logrados con un modelo animal no tienen que extrapolarse necesariamente a los humanos, hay unas similitudes muy significativas entre este modelo animal y los humanos, caso de su metabolismo del alcohol, las funciones del hipotálamo y el patrón de “binge drinking”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario