sábado, 22 de octubre de 2016

Cuando la ansiedad pasa a ser un problema

La ansiedad es una patología que se puede curar con el tratamiento adecuado // Foto: jorgepalaciosruvina.com

Por Beatriz Guzmán—La ansiedad es un síntoma psicosomático que casi todo el mundo ha experimentado al menos una vez en su vida; y no siempre, tiene que parecer algo negativo.

Esta, podría definirse como una respuesta automática que el cuerpo humano experimenta ante una lucha o huida en un momento de amenaza y peligro, pero, ¿en qué momento la ansiedad pasa a convertirse en un problema?

Está la ansiedad sana, que puede aparecer por unos nervios puntuales debido al estrés, estilo de vida o circunstancias externas y ajenas a las personas; pasa a ser crónico o se siente acompañado de tristeza, infelicidad, abandono, angustia… A veces, inexplicables.

Y está la ansiedad problemática, conocida como patológica entre los especialistas, afecta el día a día y hace que realizar las actividades diarias y comunes sea un problema añadido. Levantarse, ir a trabajar, relacionarse socialmente e incluso comer son parte de un problema para los que padecen trastorno de ansiedad.

Esta patología, puede aparecer a edades bien tempranas o desencadenarse tras un episodio puntual de la vida.

Cuando se sospeche que se padece, lo mejor es acudir con un especialista. Él estudiará, si la ansiedad viene por causas genéticas, hereditarias, por motivos laborales y de estrés o por circunstancias ambientales y sociales.

¿Pero cuando esos nervios, esa sudoración excesiva, esas palpitaciones; llegan a convertirse en un problema y en un trastorno de ansiedad? Hay unos factores, que aunque no se muestran por igual en todas las personas, son bastantes destacables:

Psicológicos: agobio, sensación de amenaza, inseguridad, tristeza, desesperación, desánimo, falta de concentración y memoria.

Físicos: falta de aire, sudoración excesiva, taquicardia, trastorno alimentario, vómito, malestar corporal, insomnio.

Sociales: dificultad para iniciar conversaciones, exceso de verborrea, irritabilidad, cambio constante de lenguaje corporal, tics nerviosos, dificultad de atención.


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