La leche
materna va variando conforme pasan los meses, porque se adapta al tiempo de
nacido del bebé // Foto: revolución mamá
Por Beatriz Guzmán—Cada día, se reafirma la importancia de la
lactancia materna en la alimentación de los niños recién nacidos. Siempre se
escucha, que la leche materna tiene todos los nutrientes que los bebés
necesitan para alimentarse durante los primeros años de vida; o que disminuye
en la madre, el riesgo de contraer cáncer de mama. Sin embargo, existen otros
beneficios, que probablemente no siempre se dicen y que son ideales para
garantizar al máximo, el bienestar de la madre y el de su hijo.
La leche materna va modificando su
fórmula, según las necesidades del bebé. Por lo tanto, la leche con la que se
amamantan los dos primeros meses y que es rica en anticuerpos para protegerlo
de las infecciones, no será la misma que la de los seis meses. Existen
alrededor de 300 sustancias, que van rotando constantemente en la composición
de la leche materna para darle al bebé lo que él necesita.
Los bebés que son alimentados mayor
tiempo con leche materna tienen menos riesgo de contraer enfermedades crónicas
como la diabetes, cáncer, hipertensión o enfermedad de Crohn en la adultez. La
lactancia materna estimula la producción de la hormona oxcitocina, que ayuda a
contraer el útero y regresarlo a su estado natural; y a disminuir el sangrado
postparto.
Cuando se está amamantando y se le
habla al bebé, él parará de chupar la leche y después continuará de nuevo con
la succión. Hay científicos que coinciden en que este es el origen del habla
humana.
Las dos primeras horas de nacido representan
el mejor momento para su primera alimentación. Durante estas horas ocurre lo
que se conoce como “alerta tranquila”: el bebé está más interesado por mamar y
puede engancharse más fácilmente al pecho, facilitando los contactos
posteriores.
La demanda alimenticia del bebé
regula la producción de leche materna. Si el niño tiene tres meses y está
alimentándose menos de lo normal o con menor frecuencia, es probable que la
madre produzca menos leche, mientras que si su hijo está comiendo en gran
cantidad y quiere pasar todo el día succionando, la producción de leche
aumentará automáticamente.
Una vez parada la lactancia materna,
se puede volver a reactivar la producción y amamantar de nuevo. Esto se conoce
como relactación; y permite a la madre retomar el proceso de amamantar con solo
pegar al bebé en el pecho para estimular la producción, a través de la succión.
Si se amamanta al bebé de noche, el
cuerpo producirá mayor cantidad de prolactina, la cual ayudará a la madre a entrar en un estado de
calma y sueño profundo, por lo menos hasta que el bebé se despierte de nuevo.
La Organización Mundial de la Salud
recomienda alimentar a los niños exclusivamente con leche materna durante los
primeros seis meses de vida; y a partir de este momento, combinar con alimentos
complementarios dos o tres veces al día.
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