El cerebro
está programado para no dejar pensar en aquello que nos preocupa // Foto:
Psicologodelpuerto.com
Por Beatriz Guzmán—A menudo pensamos, que si nos preocupamos lo
suficiente, encontraremos la solución a todos esos problemas que nos dan
vueltas a la cabeza. Sin embargo, demasiada preocupación no nos hace bien.
Pero, no siempre es fácil dejar de
hacerlo. De hecho, a veces, cuando tratamos, las preocupaciones nos invaden con
más fuerza.
Esto sucede, porque cuando la mente
intenta "no pensar" en algo, hace todo lo contrario.
La razón es que el cerebro tiende a
optimizar sus recursos, así que primero enfoca su atención en el núcleo del
pensamiento para después poder negarlo. El mecanismo es automático, de manera
que si nos dicen "No te preocupes", el resultado es el contrario.
¿Qué hacer entonces?
Hay una técnica que se puede probar
y fue diseñada por Ad Kherkof, un psicólogo clínico de Holanda que ha estudiado
la forma de ayudar a la gente a preocuparse menos. El trabajo de Kherkof con
personas con problemas serios, le ayudó a desarrollar el método.
Kherkof trabajó con personas con
pensamientos suicidas y gente con problemas de ansiedad, quienes viven plagados
de pensamientos extremadamente negativos.
Luego, probó su método con gente
que cotidianamente se preocupa demasiado.
¿Cómo funciona?
Lo que se debe hacer es programar
el "tiempo de preocupación" en dos espacios de 15 minutos de duración
al día.
Aunque suene extraño, vale la
pena intentarlo.
Si se te viene alguna preocupación
a la cabeza fuera de tu "tiempo de preocupación", te dices a ti
mismo: "Ahora no. No es el momento indicado para preocuparse. Lo haré
después".
Evita tener tus sesiones en cama o
en tu sillón favorito.
Siéntate derecho y lidia con tus
preocupaciones como si fuera parte de tu trabajo.
Sácalas a la luz y decide qué hacer
con ellas, una a una.
Sentado como si estuvieras
trabajando frente al computador. Un problema a la vez.
En la segunda sesión del día, solo
se permiten 5 minutos de preocupación.
En los 10 restantes, programa un
pensamiento positivo. Recuerda un momento en el que estuviste feliz u
orgulloso.
Haz con los buenos recuerdos lo
mismo que tendemos a hacer con las preocupaciones: repara en cada detalle.
Trata ese recuerdo de la misma
manera que a las preocupaciones: analiza todos los detalles; piensa una y otra
vez en los aspectos positivos; experimenta los sentimientos placenteros;
recuerda los sonidos, los aromas, el paisaje.
¿Difícil?
Si empiezas a preocuparte en el
momento errado, encuentra la manera de distraerte.
Quizás puedas leer un buen libro
que te transporte a otro mundo, llamar a un amigo o escuchar tu música favorita.
Piérdete en una historia que te
transporte a otro lugar.
Esta técnica no es para que ignores
tus problemas. Te ocuparás de ellos en el momento indicado, es solo que la
mayoría de nosotros nos centramos en los aspectos negativos.
Estamos programados para detectar
una culebra peligrosa inmediatamente, pues eso es más importante para nuestra
supervivencia que detenerse a mirar una bella flor.
Así que trata de no permitir, que
tus preocupaciones reciban más atención de la que merecen. No puedes deshacerte
de todas, pero las puedes controlar, en lugar de que te controlen.
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