Muchas veces
nos dejamos llevar por el momento y terminamos diciendo lo primero que pasa por
nuestra mente // Foto: Autoayudando
Por Beatriz Guzmán—El día comenzó mal, se te quemó el pan del
desayuno, el perro se orinó en la alfombra, el documento que debías enviar hoy
se borró y encima, cuando llegaste al banco, ya estaban cerrando. Son
situaciones que generan una gran cantidad de ira y con toda la razón, todos
hemos tenido un mal día, así que es totalmente entendible.
Sin embargo, no debemos centrar
toda nuestra atención en las cosas negativas, ni dejarnos llevar por esos malos
momentos, porque puede causar presión arterial alta, problemas del corazón,
problemas de la piel y/o problemas digestivos.
Es por eso, que aquí te dejamos algunos
consejos, que pueden ayudar a manejar la ira:
Respirar profundo y contar hasta 10: es posible que hayamos
escuchado esto muchas veces, pero siendo honestos ¿de verdad lo hemos intentado?
En el momento que nos detenemos a respirar, los impulsos se frenan y las
emociones se calman. No quiere decir que el enojo va a desaparecer, pero vamos
a estar más calmados.
Alejarse: cuando una persona o un lugar te están sacando de
tus casillas, aléjate. Te despejará la mente y te recordará que hay más
personas o más lugares en el mundo.
Ponerse en los zapatos del otro: si fueras esa persona, ¿qué
harías en su lugar? A veces pensar por qué la otra persona actuó así, o por qué
pasó lo que pasó, te ayudará a comprenderlos mejor.
Pensar antes de hablar: un sabio y antiguo consejo que pocos
ponemos en práctica. Generalmente, terminas arrepintiéndote cuando dices lo
primero que viene a tu mente, pues es producto de la rabia y la frustración.
Intenta escribir lo que sientes y piensas y así, podrás organizar mejor tus
ideas antes de decirlas.
Hablar con otros: algunas veces el hablar con alguien más
(que no sea el causante de tu ira), te ayuda a desahogarte y a ver con más
claridad el problema.
Buscar soluciones: no vale la pena seguir pensando en qué
provocó tu ira o rabia. Lo que pasó, pasó. Mejor concéntrate en pensar. “¿cómo puedo
solucionar el problema? ¿Cómo evito que pase nuevamente?”. Así podrás dejar el
problema atrás, rápidamente.
Mirar el lado positivo: aunque te provoquen mucha ira o
rabia en ese momento, si las ves con otros ojos y mucha ironía, algunas
situaciones pueden ser hasta cómicas. Por ejemplo, tenías tanta rabia que
gritaste en otro idioma y nadie te entendió. Cuando te des cuenta, no podrás
evitar reírte de ti mismo.
Hacer ejercicio y relajarse: es increíble lo que el
ejercicio y las técnicas de relajación pueden lograr. Al mover tu cuerpo o
concentrarte en relajarlo, empiezas a descargar toda la frustración y la
energía acumulada por la ira.
Si tu ira es demasiado fuerte, es
probable que necesites buscar una ayuda extra pues en algunos casos, puede ser
una expresión de un problema mayor como depresión o un trastorno de ansiedad.
El leer un libro sobre el tema o pedir asesoría con un psicólogo o con tu guía
espiritual, pueden darte una mano adicional para manejar la ira.
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