El estrés o
dormir poco pueden estar influenciando en el peso // Foto: google
Por Beatriz Guzmán—Muchas veces, las personas llevan dietas
completamente saludables y ejercicios para bajar de peso; y sin embargo,
terminan viendo resultados contrarios a lo que quieren.
Hay algunos hábitos, que muchas
veces se cree que no influyen y podrían estar afectando los objetivos que se
quieren lograr, estos pueden ser:
No dormir adecuadamente: La falta de sueño y de descanso provoca
falta de energía y para obtener esta energía y cumplir sus actividades diarias,
el cuerpo buscará la fuente más accesible: la comida, específicamente la
chatarra. Por eso es normal que luego de largas noches de desvelo, lo que el cuerpo
pida sea este tipo de comidas.
Según un estudio de la Universidad
de Columbia, la falta de sueño está relacionada con la reducción en los niveles
de Leptina, hormona que regula el apetito y el peso, encargada de informar al
cerebro la cantidad de energía disponible en el organismo.
La misma rutina alimenticia: el cuerpo necesita de una gran
variedad de nutrientes, que es imposible encontrar en un solo plato de comida.
Por esto, si se come lo mismo todos los días, por más sana que sea la dieta, al
organismo siempre le van a faltar ciertos nutrientes. Esto producirá, que el
cuerpo se estanque y aprenda a trabajar simplemente con lo que se le da y que
no haga ningún esfuerzo por quemar aquello que le sobra. Lo más recomendable es
variar la dieta.
El miedo a engordar: la mente es más poderosa de lo que se cree, si
las personas van contando las calorías de todo lo que consumen, lo más probable
es que terminen subiendo de peso. Este miedo pone al organismo en una situación
de estrés que el cuerpo detecta como amenaza, haciendo que éste almacene más
grasa y evitando que desarrolle músculos.
El exceso de estrés: es normal que en ciertas situaciones el cuerpo
experimente estrés y aunque haya quienes dicen que genera la pérdida de peso,
esto no es completamente cierto. Sucede que existe el estrés ocasional, que
causa pérdida de apetito o algunos problemas digestivos y que, al culminar, sus
efectos cesan. Pero, el peor enemigo a la hora de bajar esos kilitos de más es
el estrés crónico, aquel que se mantiene y que no puede ser controlado.
Además, el exceso de cortisol
(hormona del estrés) incrementa los niveles de azúcar en la sangre, provocando
que las personas sientan más hambre y promoviendo el estancamiento de la grasa
en el área abdominal.
El alcohol: escoger bebidas con menos calorías o con ingredientes
light no es suficiente. El problema de beber alcohol no solo es la resaca, sino
que además hace trabajar excesivamente al hígado y en lugar de procesar grasas
tiene que desintoxicar el cuerpo; también los riñones que, en su esfuerzo por
limpiar la sangre, terminan reteniendo líquidos. Es sabido también, que el
alcohol estimula el apetito y mientras más se beba, más hambre se tiene; y en
consecuencia, se terminan consumiendo alimentos con alto contenido calórico.
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