lunes, 7 de noviembre de 2016

Hábitos que hacen subir de peso

El estrés o dormir poco pueden estar influenciando en el peso // Foto: google

Por Beatriz Guzmán—Muchas veces, las personas llevan dietas completamente saludables y ejercicios para bajar de peso; y sin embargo, terminan viendo resultados contrarios a lo que quieren.
Hay algunos hábitos, que muchas veces se cree que no influyen y podrían estar afectando los objetivos que se quieren lograr, estos pueden ser:

No dormir adecuadamente: La falta de sueño y de descanso provoca falta de energía y para obtener esta energía y cumplir sus actividades diarias, el cuerpo buscará la fuente más accesible: la comida, específicamente la chatarra. Por eso es normal que luego de largas noches de desvelo, lo que el cuerpo pida sea este tipo de comidas.

Según un estudio de la Universidad de Columbia, la falta de sueño está relacionada con la reducción en los niveles de Leptina, hormona que regula el apetito y el peso, encargada de informar al cerebro la cantidad de energía disponible en el organismo.

La misma rutina alimenticia: el cuerpo necesita de una gran variedad de nutrientes, que es imposible encontrar en un solo plato de comida. Por esto, si se come lo mismo todos los días, por más sana que sea la dieta, al organismo siempre le van a faltar ciertos nutrientes. Esto producirá, que el cuerpo se estanque y aprenda a trabajar simplemente con lo que se le da y que no haga ningún esfuerzo por quemar aquello que le sobra. Lo más recomendable es variar la dieta.

El miedo a engordar: la mente es más poderosa de lo que se cree, si las personas van contando las calorías de todo lo que consumen, lo más probable es que terminen subiendo de peso. Este miedo pone al organismo en una situación de estrés que el cuerpo detecta como amenaza, haciendo que éste almacene más grasa y evitando que desarrolle músculos.

El exceso de estrés: es normal que en ciertas situaciones el cuerpo experimente estrés y aunque haya quienes dicen que genera la pérdida de peso, esto no es completamente cierto. Sucede que existe el estrés ocasional, que causa pérdida de apetito o algunos problemas digestivos y que, al culminar, sus efectos cesan. Pero, el peor enemigo a la hora de bajar esos kilitos de más es el estrés crónico, aquel que se mantiene y que no puede ser controlado.

Además, el exceso de cortisol (hormona del estrés) incrementa los niveles de azúcar en la sangre, provocando que las personas sientan más hambre y promoviendo el estancamiento de la grasa en el área abdominal.

El alcohol: escoger bebidas con menos calorías o con ingredientes light no es suficiente. El problema de beber alcohol no solo es la resaca, sino que además hace trabajar excesivamente al hígado y en lugar de procesar grasas tiene que desintoxicar el cuerpo; también los riñones que, en su esfuerzo por limpiar la sangre, terminan reteniendo líquidos. Es sabido también, que el alcohol estimula el apetito y mientras más se beba, más hambre se tiene; y en consecuencia, se terminan consumiendo alimentos con alto contenido calórico.

Comida procesada: entre más procesado, más engorda. Simple. La trampa está en los productos que ponen en sus etiquetas cosas como “Libre de azúcar” o “Libre de gluten”; lo recomendable es fijarse en los ingredientes y no en sus calorías, ya que los componentes químicos raros que muchos de ellos poseen intoxican al cuerpo. Un dato extra: la comida procesada está diseñada para hacer que las personas coman más, ya que estimulan una respuesta de recompensa  en el cerebro y se vuelve muy fácil excederse en las porciones

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