Hay que
aumentar poco a poco la intensidad del entrenamiento para evitar lesiones //
Foto: maratonmontevideo
Correr regularmente ayuda a
fortalecer la estructura ósea, activar la circulación sanguínea, aumentar la masa
muscular, mejorar la resistencia física y liberar endorfinas. Es por ello, que
cada vez más personas se suman a esta práctica deportiva, que si bien
contribuye al bienestar integral, se deben tener en cuenta ciertas medidas preventivas
para evitar lesiones.
Expertos recomiendan hacerse una
evaluación muscular y esquelética para descartar o tratar lesiones antes de
iniciar la práctica deportiva; esto permitirá recibir asesoría en cuanto al
entrenamiento que debe hacer, ya sea que se quiera aumentar la resistencia
física o ganar velocidad y hasta el tipo de calzado a usar.
Algunas de las lesiones comunes en
los corredores son:
Rodilla del atleta: es una condición dolorosa que se presenta en las
rodillas de quienes practican actividad física y es generada por contacto
excesivo entre la Banda Iliotibial y el Epicóndilo Lateral. Cuando el atleta
dobla y extiende la rodilla en forma repetitiva y prolongada, el Epicóndilo
Lateral roza contra la Banda Iliotibial, produciendo un síndrome de fricción e
inflamación progresivo, que puede mejorar espontáneamente con reposo
inicialmente; y reaparece posterior a la actividad deportiva, pero más intensa.
9 de cada 10 atletas llega a tener esta dolencia.
Calambres musculares: se puede dar por debilidad muscular, por la
pérdida de flexibilidad en el músculo o porque cuando se hacen ejercicios y se
suda, ese sudor arrastra sodio de la sangre hacia afuera, causando en el
corredor una patología conocida como hiponatremia; la cual produce una
sensación de fatiga temprana y calambres musculares generalizados que son
imparables. Expertos recomiendan al corredor complementar su trote con la
ingesta de capsulas de sal para reponer la que pierde.
Tendinitis Aquileana: ocurre cuando el tendón de Aquiles se inflama
y puede causar degeneración del tejido. Puede ser causada por someter al tendón
a presión excesiva o por forzarlo a trabajar en condiciones anormales, así como
por el uso de calzado inadecuado, debilidad de las articulaciones del tobillo,
cambios abruptos en la distancia y velocidad.
Tirón muscular: se presenta como un pequeño desgarro en el músculo.
Es causado por el sobre estiramiento del músculo o por realizar grandes esfuerzos
sin el previo calentamiento; y puede generar una importante rotura muscular.
Esguince de tobillo: es un desgarro en los ligamentos que protegen
al tobillo y los que ayudan a realizar sus movimientos. Suele ser causado por
un movimiento fuerte en la dirección contraria a la que trabajan los
ligamentos.
Fascitis plantar: es una inflamación de una estructura anatómica
conocida como fascia plantar que va desde el talón hasta los dedos. Puede ser
causada por el aumento de las distancias recorridas, el uso de calzado
inadecuado y la falta de estiramiento al finalizar el ejercicio.
Periostitis tibial o Síndrome de estrés tibial: comienza con una
dolencia, en lo que se conoce coloquialmente como la espinilla, generalmente en
el medio después de aumentos no progresivos de velocidad o de kilometraje. Es
decir, una persona que corre 8 kilómetros 3 veces por semana y repentinamente
decide correr 21 kilómetros.
También, puede ocurrir con un
atleta que tiene una velocidad aproximada de 6 kilómetros por minuto y
repentinamente, comienza a correr a 4 kilómetros por minutos. Ese cambio
abrupto de velocidad o kilometraje es lo que causa ese dolor.
Lo más recomendable para evitar
estas lesiones es entrenar de forma progresiva y que la rutina de entrenamiento,
se adapte a la capacidad de cada persona. En caso de que se presente alguna
dolencia, la recomendación es que acuda a un especialista para atenderla de
manera adecuada.
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