Más de medio
siglo ha pasado desde que se comenzaron a administrar en animales con el fin de
engordarlos // Foto: La Prensa.
Por Beatriz Guzmán—Aproximadamente a mediados del siglo pasado, los
ganaderos e investigadores se habían maravillado por el hecho de que los
animales, que consumían antibióticos comenzaron a aumentar de peso. Posteriormente
algunos investigadores, le dieron antibióticos a niños para ganar peso, el
resultado: los que usaron fármacos ganaron el triple de peso en un año, que los
que no.
Aunque no se puede dejar de lado
que una dieta rica en calorías, pobre en nutrientes y un estilo de vida cada
vez más sedentario son los grandes culpables de la epidemia de obesidad en el
mundo, nuevos estudios insisten en señalar el papel que tienen los antibióticos
en este problema.
Un estudio publicado en
Gastroenterology (revista oficial de la Asociación Norteamericana de
Gastroenterología) confirma, la relación entre el uso de estos fármacos en
niños y su riesgo de obesidad. Ese peligro aumenta cuantas más tandas de
antibióticos recibía el niño. En concreto,
administrar tres o más tratamientos
con estos fármacos a un menor antes de que cumpla los dos años, aumenta
significativamente su riesgo de ser obeso en los años siguientes.
También, se ha comprobado que la
disbiosis (el desequilibrio en la composición de bacterias intestinales) que
causan los antibióticos, puede aumentar el riesgo de exceso de peso, de
diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares, entre otros problemas.
Para prevenir el abuso, expertos de
la Universidad de Duke (EE.UU.) están desarrollando un test que, con apenas
unas gotas de sangre, permitirá al médico saber si la infección que sufre un
paciente es de origen bacteriano (en cuyo caso conviene utilizar antibióticos)
o está causada por un virus, que no responden a esos fármacos y, por tanto,
hacen el antibiótico innecesario.
Por otro lado, el uso de estos
medicamentos en ganadería sigue siendo muy alto en toda Europa. Para evitar que
esos fármacos acaben en el plato, se dejan de administrar durante el tiempo
suficiente para que el organismo del animal los elimine y, de ese modo, no
lleguen a los consumidores, aunque las estadísticas indican que el riesgo de
que lo hagan es muy bajo.
Lo que sí preocupa de verdad es que
las bacterias resistentes a antibióticos pasen de los animales a las personas. Eso puede ocurrir cuando un animal portador de
una bacteria resistente, se la pasa a un humano a través del consumo de carne
cruda o poco cocinada.
También, podemos encontrar
bacterias resistentes en vegetales fertilizados con abono animal portador de
las mismas o en el propio terreno, por transmisión animal. Una vez en el organismo,
estas bacterias pueden alojarse en el intestino y difundirse entre las
personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario