La fatiga,
el insomnio, el desgano, el mal humor y la falta de concentración podrían ser
consecuencias de una mala alimentación// Foto: culturacolectiva
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Muchas veces la rutina, el trabajo
y las obligaciones hacen que se adopten malos hábitos alimentarios como: comer
rápido o hacer ayunos prolongados. Mantener estas costumbres, puede causar
modificaciones en los estados de ánimo y muchas personas no se dan cuenta de
que es por una mala alimentación.
Algunos de estos hábitos pueden
ser:
Saltar las comidas o ayunar: El problema en este caso es que pasar
varias horas sin comer, puede provocar descensos de la glucemia, que es el
nivel de glucosa libre en la sangre, el cerebro y el sistema nervioso son los
primeros afectados. Como consecuencia, se produce el decaimiento, la sensación
de mareo y las dificultades para concentrarse.
Comer en exceso: El organismo tendrá que hacer un esfuerzo extra
para digerir los alimentos, causando un trastorno digestivo que puede derivar
en una disminución de energía para el cerebro. Esto puede generar trastornos
digestivos, acidez o malestar general.
Ingerir alimentos en situaciones de estrés: Si estamos disgustados
y comenzamos a comer, tal vez no mastiquemos bien los alimentos y los
digeriremos mal. Esto puede causar distensión abdominal, pesadez, mala
absorción de nutrientes y mayor estrés.
Omitir ciertos alimentos: Ya sea por preferencias o por dietas,
omitir un grupo de alimentos, aumenta el riesgo de carecer de nutrientes
indispensables, que necesita el organismo. Si se evitan ciertos alimentos,
puede que se presente desgano, defensas bajas, hipertensión o problemas
cardiovasculares.
El exceso de dietas: Las personas que siempre están haciendo dietas
restrictivas, no solo incrementan el riesgo a desarrollar obesidad en el
futuro, sino que someten al organismo a continuas fluctuaciones metabólicas. Lo
que puede causar malhumor, frustración, nerviosismo, irritabilidad, cansancio y
depresión.
Con información de: Eme de mujer.
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