Esa
sensación de placer cuando se fuma y se bebe al mismo tiempo termina haciendo
más daño de lo que se piensa // Foto:cogniland.com
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Por Beatriz Guzmán—Aunque no se sabe la razón exacta de por qué
cuando muchas personas beben alcohol tienen ansiedad por fumar, sí está claro
que cuando se intenta dejar el cigarro, las personas suelen sucumbir ante las
ganas cuando prueban alcohol.
Beber y fumar es algo común para
muchas personas, sobre todo, cuando salen a tomar algo con los amigos o están
aburridos en casa.
¿Por qué cuando se fuma se tienen
ganas de beber y viceversa? La razón es muy simple: la hormona dopamina. Este
neurotransmisor aumenta cuando las personas se sienten bien y están
disfrutando.
¿Qué tendría eso de malo? Pues, que tanto el cigarrillo como el
alcohol son supuestas fuentes de placer porque aportan más daño que beneficios.
La dopamina se aloja en el sistema
límbico del cerebro. Esta área se vincula a la motivación, las emociones y la
memoria. Este químico está encargado de dar sensación de recompensa, de placer
y de goce.
Por esta razón, las personas fuman
cuando beben y, apenas tragan el primer sorbo de una cerveza o vino, sienten
ganas de encender un cigarrillo.
La mente relaciona “placer por
fumar” con “placer por beber” (o al revés) y así es como parece que un hábito
no puede existir sin el otro. También, esta es la razón por la cual aquellos
que quieren dejar de fumar quizás beban más (o coman) y los que intentan
abandonar el alcohol necesiten más cigarrillos.
Aunque todos los órganos se ven
afectados cuando se bebe o se fuma, hay uno que, en particular, lo sufre más:
el hígado.
El hígado es el responsable del
metabolismo de las sustancias dañinas y es muy susceptible a la ingesta de
alcohol. Digerir 3 latas de cerveza o 2 copas de vino le supone un gran
esfuerzo. No siempre tiene la capacidad de excretar la totalidad de toxinas.
Por eso, cuanto más se bebe, más complicado es eliminar el alcohol.
Por otra parte, al fumar también se
le hace daño al hígado. ¿Por qué? Porque este hábito activa los residuos del
cuerpo y provoca estrés oxidativo, causante de muchas enfermedades.
El cigarrillo lesiona las células
hepáticas, aumenta la producción de proteínas inflamatorias (citocinas) y
contribuye al desarrollo de la hepatitis crónica alcohólica y la cirrosis.
El Journal of Studies on Alcohol
and Drugs (JSAD por sus siglas) ha realizado una investigación para saber qué
otra consecuencia puede traer esta “combinación” entre la bebida y el
cigarrillo.
Los resultados muestran que
aquellos que beben y fuman al mismo tiempo experimentan peores resacas
(náuseas, dolor de cabeza, problemas para concentrarse y debilidad, entre sus
principales síntomas).
¿Cómo abandonar estos hábitos?
Por ejemplo: una persona quiere
dejar de fumar y la invitan a tomar unas cervezas después del trabajo. ¿Cómo
reaccionará su mente si está acostumbrada a acompañar esas cervezas y charlas
con un cigarrillo? Pues no muy bien, la verdad.
Cuando se deja el cigarro, además de
sentir ansias por la nicotina; es probable de beber más alcohol para
“compensar” esa falta.
El control sobre los actos se verá
cada vez más debilitado, si se acepta beber esas cervezas. Y es más probable,
que se termine encendiendo un cigarrillo o pidiendo un poco a quien se tiene al
lado.
Cuando se busca abandonar el hábito
de fumar, beber alcohol empeora la situación, ya que no permite mantener la
abstinencia. Las personas claudicando y haciéndole caso a su necesidad y
adicción.
Por ello se recomienda seguir estos
consejos:
Evitar beber alcohol el primer mes.
Las tres o cuatro primeras semanas,
luego de decidirse a dejar de fumar son las peores. En este período, la
abstinencia juega en contra y no habrá nada ni nadie que evite la ansiedad.
Quizás el insomnio se apodere de
ti, estés de muy mal humor, te comas las uñas o sudes a mares.
Si en esta etapa, aceptas una
simple invitación a beber con tus amigos es más probable que no resistas la
tentación de encender un cigarrillo.
Por ello y aunque te sientas
desolado y abrumado, trata de no consumir bebidas alcohólicas.
Evita las situaciones de “beber y
fumar”.
Una celebración, una reunión
después de la oficina, ir a una discoteca, etc. Todos estos momentos relacionan
el beber con el fumar. ¡Por eso debes evitarlos!
Los amigos y familiares deberán
comprender que por algunas semanas no te reunirás con ellos, ni estarás
presente en cumpleaños o fiestas.
Otra opción es la de cambiar tu
bebida favorita. Una vez que hayas pasado el primer mes sin cigarrillo, es
preciso que continúes en la lucha.
Una buena manera de evitar que el
cerebro vuelva a relacionar beber con fumar; es optar por tragos sin alcohol o
cambiar la bebida.
Así cambiarás la sensación de
placer y goce en tu cerebro y este no te pedirá un cigarrillo.
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